Una copa al año, no hace daño. O quizás sí. [Nicolay]

Recorrí las calles en dirección a casa tapandome lo más posible con mi abrigo ya que la noche estaba helada, como siempre.
Las calles empedradas estaban cubiertas por el rocío por lo que caminaba con bastante cuidado para no resvalar.
Miré a los lados percatandome de que estaba totamente solo, cosa que no era de extrañar.
Me detuvé en seco cuando pasé por la puerta de la taberna escuchando los sonídos que salían de aquel lugar. Seguro que un par de copas no me vendrían mal antes de llegar a casa, además me ayudarían a desterrar el frío de mi cuerpo.

Apresuradamente me dirigí hacía la puerta de madera y luego tiré de ella para poder entrar.
Atravesé el umbral y relajé mis musculos entumecidos por la gélida noche.
Desprendí mi abrigo mientras observaba el lugar bastante vacío. En una de las mesas había un grupo de chicos hablando en voz bastante elevada y unos cuantos metros más alla unas damas bebian también. Voltee mi vista a una de las mesas más apartadas sintiendome particularmente interasado por la mujer que la ocupaba.
La estudié con la mirada por un momento. Sus labios eran rojos y carnosos, y una cortina de cabello castaño enmarcaba su rostro.
Aparté la vista un momento de ella para que no lo tomara a mal y me dirigí a la barra en busca de una copa.
La observé nuevamente de reojo mientras en cantinero me servía la bebida.

Voltee hacia el lado donde la chica estaba sentada para así poder observarla mejor.
Tomé el vaso de vodka que el cantinero había puesto en la barra junto a mi y le bebí un trago.
Pude sentír como el calor volvía a mi cuerpo unos segundos más tarde.
La hermosa mujer mordió su labio inferior con sensualidad y no pude evitar sentir una brutal atracción.
Bebí un poco más volteando por un momento, pero no demasiado Largo ya que necesitaba observar a la chica.
Con disimulo volví a voltear, esta vez estaba jugando con uno de los mechones de su cabello y acariciaba una de sus piernas.

Llevé una de mis amnos a mi cabello y lo revolví un poco. Me quité el abrigo ya que la mezcla de el alcohol con la sensualidad de la mujer me haían dado algo más de calor.
Lo dejé hecho una bola sobre la barra y termine de un trago la bebida.
Su lengua recorrió la comisura de sus boluptuosos labios y con determinación pedí otra copa para mi y una para la chica que no estaba bebiendo nada.
Tomé mi abrigo para colgarlo sobre uno de mis brazos y luego las dos bebidas.
Después de unos momentos de pensarlo caminé con paso seguro hasta la mujer de una belleza asombrosa y dejé los trago sobre la mesa.
- ¿Puedo?- pregunté señalando la silla que estaba en frente a ella con una sonrisa poco pronunciada en mis labios. Observé sus ojos, de un color hermoso y profundo y me quedé allí parado sosteniendo el abrigo mientras esperaba una respuesta de su parte.

Respondió mordiendo su labio nuevamente. Clavé la mirada ene stos tan deseables, quedando practicamente ipnotizado. La chica se levantó de su asiento y tomó mi chaqueta para colocarla en el respaldo de la silla vacía.
Observé cada uno de sus movimientos y después de un momento reaccioné y tomé asiento.

Recorrí mi labio inferior con mi lengua sintiendo el sabor a vodka de la bebida anterior.
Descancé una de mis manos en el respaldo de la silla y con la otra tomé el vaso con la bebida.
- Soy Nicolay- me presenté educadamente. - Disculpé mi atrevimiento, pero no pude evitar acercarme- me disculpé después.
Me costaba bastante mantener la consentración, parecía una mujer muy segura de si misma, cosa que me gustaba.
Bebí un poco de mi trago y volví a dejar el vaso sobre la mesa.
Levanté la mirada a su rostro nuevamente, deteniendo la vista en sus labios que tanto me atrían.