# Encargo de madrugada {Libre, máximo dos personas}
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Russian Blood. :: Moscú :: Calles y Viviendas :: Callejones
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# Encargo de madrugada {Libre, máximo dos personas}
La suela de goma negra de sus botas, se pegaba en el suelo, sucio y maloliente de las calles. Esas calles que olían a putrefacción y a chucho. Últimamente tenía una obsesión grande con ese olor. Algo que le hacía estar todo el día con la nariz arrugada, al igual que el ceño también. Aunque eso no era novedad. Pues siempre tenía la misma cara de malas pulgas, aunque con razón. Sus labios algo magullados, y con un corte feo en el lado derecho adornándolo, producto de una fuerte pelea con un licántropo hacia dos noches, sujetaban un cigarrillo medio consumido ya. Se pasó la mano por el cabello, desordenándolo, y después la metió en el bolsillo trasero de su short negro. La otra, sujetaba su pequeña Walter. No se fiaba un pelo de aquél sitio. Y más sabiendo lo que había ocurrido hacía apenas un día. No llevaba ningún abrigo. En realidad a ella eso no le agradaba. Le gustaba ir con menos ropa posible, para no entorpecer sus movimientos a la hora de entrar en combate. Sus piernas, estaba cubiertas ligeramente por unas medias de rejillas grandes. Llevaba una camiseta de manga corta, color negro. Haciendo juego con todo lo negro que llevaba. Su cabello, sus botas, su cigarro, su vestimenta…todo. Esa ropa no la solían llevar las señoritas de esa época. Aquella ropa era única. Solo de ella. Ella se lo confeccionaba todo. Absolutamente todo.
Caminaba alerta, pero sin prisa alguna. Seguramente su compañera la estaba esperando, pero eso no le hizo andar más deprisa. Las prisas no eran buenas en esos tiempos. Era mucho mejor andarse con cuidado. Estar alerta en todo momento…. Nunca se sabía lo que podía estar acechando en esos momentos detrás de ti. Cogió el cigarrillo entre sus dedos, y lo aparto de sus labios resecos, para expulsar el humo que había entrado en sus pulmones y que ahora se disponía a salir afuera. Se paró en seco al verla. Una sonrisa torcida, que no mostraba nada de ternura o alegría, cruzó su rostro de facciones rudas. Mientras sus ojos penetraban en el cuerpo de la chica. Tiró el cigarrillo al suelo, y lo chafó contra el suelo, ayudándose con la bota negra. Después de aquél inciso, se acercó a su compañera de curro.
-¿Alguna novedad? – preguntó sin saludar. Bueno. En realidad si había saludado, pero a su manera. Al puro estilo Maddock.
Caminaba alerta, pero sin prisa alguna. Seguramente su compañera la estaba esperando, pero eso no le hizo andar más deprisa. Las prisas no eran buenas en esos tiempos. Era mucho mejor andarse con cuidado. Estar alerta en todo momento…. Nunca se sabía lo que podía estar acechando en esos momentos detrás de ti. Cogió el cigarrillo entre sus dedos, y lo aparto de sus labios resecos, para expulsar el humo que había entrado en sus pulmones y que ahora se disponía a salir afuera. Se paró en seco al verla. Una sonrisa torcida, que no mostraba nada de ternura o alegría, cruzó su rostro de facciones rudas. Mientras sus ojos penetraban en el cuerpo de la chica. Tiró el cigarrillo al suelo, y lo chafó contra el suelo, ayudándose con la bota negra. Después de aquél inciso, se acercó a su compañera de curro.
-¿Alguna novedad? – preguntó sin saludar. Bueno. En realidad si había saludado, pero a su manera. Al puro estilo Maddock.
Reneé G. Maddock- Cazador de Hombres Lobo
- Mensajes : 25
Fecha de inscripción : 06/06/2010
Re: # Encargo de madrugada {Libre, máximo dos personas}
El sonido que producían sus zapatos cuando rozaban el suelo le producía cierta gracia.
El suelo estaba sucio, con porquería por todos los lados, e incluso orina de algún cerdo que no se le había ocurrido otro lugar para hacer sus necesidades que en medio de la calle.
La verdad, Ivette no sabía por qué había ido a ese lugar, o quizás sí.
Seguía escuchando los suaves chasquidos que se producían cuando sus zapatos pisaban el suelo, unos sonidos que cada vez eran más rápidos.
Pocos segundos después, por los oídos de la joven, entraron unos sonidos; unas palabras, para ser exactos.
No sabía que decían aquellas palabras, ni quien las decía, pues esa persona estaba lejos, ni siquiera la veía.
Los pasos de Ivette se dirigieron al lugar del que procedían los sonidos. Los zapatos de Ivette seguían pegándose a el maloliente suelo, mientras en su rostro se esbozaba una sincera sonrisa producida por los sonidos de sus zapatos.
Sus pasos se aceleraron un poco, y su respiración empezó a entrecortarse cuando Ivette empezó casi a correr por aquellas oscuras, lúgubres y malolientes calles.
Sus ojos divisaron entonces dos figuras femeninas, una la distinguía un poco mejor, es más, pensaba que la conocía, pero a la otra no la conocía. Al lado de las dos figuras, flotaba en el aire un humo; un humo de cigarrillo quizás.
Cuando llegó a estar a una distancia lo suficientemente escasa como para que las dos mujeres se percataran de su presencia al escuchar cualquier ruido, paró en seco.
Sus pies caminaron hacia el lugar donde las mujeres se encontraban, lentamente para no molestar y advertir su presencia; quizás pensaban que era algún bicho raro, aunque en parte lo era.
El suelo estaba sucio, con porquería por todos los lados, e incluso orina de algún cerdo que no se le había ocurrido otro lugar para hacer sus necesidades que en medio de la calle.
La verdad, Ivette no sabía por qué había ido a ese lugar, o quizás sí.
Seguía escuchando los suaves chasquidos que se producían cuando sus zapatos pisaban el suelo, unos sonidos que cada vez eran más rápidos.
Pocos segundos después, por los oídos de la joven, entraron unos sonidos; unas palabras, para ser exactos.
No sabía que decían aquellas palabras, ni quien las decía, pues esa persona estaba lejos, ni siquiera la veía.
Los pasos de Ivette se dirigieron al lugar del que procedían los sonidos. Los zapatos de Ivette seguían pegándose a el maloliente suelo, mientras en su rostro se esbozaba una sincera sonrisa producida por los sonidos de sus zapatos.
Sus pasos se aceleraron un poco, y su respiración empezó a entrecortarse cuando Ivette empezó casi a correr por aquellas oscuras, lúgubres y malolientes calles.
Sus ojos divisaron entonces dos figuras femeninas, una la distinguía un poco mejor, es más, pensaba que la conocía, pero a la otra no la conocía. Al lado de las dos figuras, flotaba en el aire un humo; un humo de cigarrillo quizás.
Cuando llegó a estar a una distancia lo suficientemente escasa como para que las dos mujeres se percataran de su presencia al escuchar cualquier ruido, paró en seco.
Sus pies caminaron hacia el lugar donde las mujeres se encontraban, lentamente para no molestar y advertir su presencia; quizás pensaban que era algún bicho raro, aunque en parte lo era.
Ivette O'Connor- Vampiro
- Mensajes : 37
Fecha de inscripción : 07/06/2010
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