Paseando entre la vegetación. [Libre]

Lejos ya de la catedral y con mi vestido favorito a resguardo, salí con unos ropajes un tanto... "andrajosos" los podrían considerar por aquí... bueno, por aquí y por Gran Bretaña, pero no me gustaba mancharme la ropa buena, además ya entrada la noche, el 90% de las veces que alguien te veía así vestida acabab con una estaca en el corazón.. por llamar de alguna manera a ese órgano inerte y muriendo instantáneamente.
Llevaba ropa de campesina, femenina, discreta y ligera a la vez que elástica, perfecta para pelear, en mis piernas, un liguero con "defensa" incorporada adornaban mis esbeltas piernas y, en mi pecho, reluciendo bajo la luz de la luna, estaba la preciosa cruz de plata, reconociendo mi título y a la vez protegiéndome de las alimañanas de la noche... tenía tantas formas de llamarlos... pero la primera era hijos de... del demonio mismamente.

Paseaba por los jardines con mi pelo liberado de aquel moño de la tarde, con las manos encima de mi regazo, desprotegidas de los guantes, ya que siempre acostumbraba a cazar con las manos desnudas... me gustaba sentir como de desvanecían en mis propias manos... psicópata? no... eso era aquella maldita pelirroja que había arrebatado la vida a mi madre, y aquel que había terminado con mi padre...
A lo lejos, despejándome gracias a ella, divisé a una mujer oliendo una flor... Fruncí el ceño ligeramente... no las podía oler por la mañana? a estas horas no estaba segura... a menos que ella fuese la amenaza.

Guardé la cruz en mi destacable escote y seguí caminando, mirando hacia un lado como haciendo que no la había visto, hasta unos metros de distancia, cuando finjí sobresaltarme un poco y le dediqué una sonrisa cordial, pero fría, problema de mi caracter sin duda. No conseguía hacerme la inocente chica sorprendida como Ginevra antes de clavarles la estaca... sería verdad eso de que era amrgada y... vieja?
-Una noche preciosa.- Comenté con un tono neutral, sin borrar mi sonrisa, la cual me costaba cada vez menos forzarla, mis manos permanecieron inóviles, al igual que mi rostro, sin indicar ningún indicio de desconfianza. Me acerqué a los arbustos y tomé una flor, emulando sus movimientos y llevándola hasta mi nariz, oliendo su delicioso aroma con tono triste "Eran las favoritas de mamá" pensé mirándola fijamente antes de centrar mi atención de forma disimulada en la bella e inusual pálida chica que tenía a un metro escaso de distancia

LA chica murmuró algo que, en un principio, me pareció un tanto inaudible pero que después recrdé el extraño saludo que había salido de mis labios... ves? definitivamente no podía imitar el estilo d emi hermana... si empezaba haciendo preguntas de las que en un principio ni recoraba... iba mal.
Ante su sonrisa igual que la mia, mis ojos celestes se clavaron en los suyos excrutando su "alma" por así decirlo... desgraciadamente en la noche no se distinguía tan bien... mas juraría que tenía un color rojizo en sus pupilas... pero preferí no sacar conclusiones predeterminadas.

La flor se deslizó entre mis dedos, quedando sujeta justo por el tallo y mirándola sin ningún reparo cuando empezó a acercarse, no sabía aquí en Rusia, pero desde luego, ese gesto, para una cazadora, ya fuera inglesa o china, era un acto bastante imprudente pues una de las normas era desconfiar hasta de tu propia sombra... no sería la primera vez que uno de mis golpes asestaban la cabeza de Gnevra por acercarse sin cuidado. Su mano estaba en el bolsillo de su pantalón, para aparentar no inoencia, pero si tranquilidad, no miré fijamente esa zona, pero mi rabillo del ojo estaba a la espera del mínimo movimiento para hacer uno de mis combos favoritos en cuanto a golpes se refería.
-Oh bueno... soy nueva en Rusia y el día entero no me ha bastado para visitarla... así que quizás pensé en que no molestaría por la noche... acaso este sitio está betado?.- No le había mentido en absoluto... era nueva y estaba de visita, simplemente no le había dicho toda la verdad, ante la última pregunta alcé habilmente mis cejas obligándome por instinto propio a retroceder un paso, pero estnado segura de que eso no delataba en absoluto, mucha gente era desconfiada.
Además, mi propio cuerpo era una especie de sello antivampiros... cruz de plata, agua bendita y dos estacas colocadas sexy y estratégicamente por todo mi cuerpo, sin hacer que un solo relieve sobresaliese de mi vestido, haciendo aparentar nada anormal en el. -Y ¡... si no es mucha molesta preguntar... tu que haces por aquí?.- Inquirí tuteándola, ya que ella se había tomado la misma libertad conmigo y eso que solo me "conocía" de hace 2 minutos.